La Arquitecta Gilda Toro docente de la Universidad de La Salle experta en accesibilidad, explica que la magia de la profesión está en responder a miradas integrales para interactuar asertivamente. “Esto es, entender que las megaconstrucciones y megalópolis necesitan intervenciones que aporten a las comunidades, sin importar condiciones ni estratos”. Según Toro, “es vital saber que la arquitectura tiene música y suena, tiene climas y huele, tiene superficies y se siente; es decir, tiene vida, ¡existe!”.
Por eso, “el espectro de la profesión no excluye ni a hombres ni a mujeres, por el contrario, ha empezado a visibilizar su trabajo en temas conquistados por las más innovadoras, para ser instrumento de creación de oportunidades y de participación ciudadana. Clave, además, que los jóvenes conozcan el abanico de posibilidades que perfila la profesión y que inicia en el proceso académico”